Do fotógrafo británico Bert Hardy |
Esta noite non é
unha noite calquera. Segundo a tradición celta, a noite do 31 de outubro comeza
a “estación sombría”, a noite na que lles é concedido aos mortos o desexo de camiñar
entre los vivos. Ábrense as portas de ámbolos dous mundos e os espíritos,
pérfidos ou benévolos, campan sen cadeas nin fronteiras por entre os vivos. Para
liberar as súas almas, escorrentar aos espíritos malvados ou indicarlles o
camiño de volta, dende tempos remotos, os nosos devanceiros disfrazábanse,
facían conxuros, celebraban magostos. É o
que coñecemos como Samaín ou Halloween.
Pero, esperade,...
nesta noite de defuntos, mentres escribo isto á luz dunha vela dentro dunha
cabaza aterrecedora, noto a presenza tenebrosa dun ser que non é deste mundo e
que me observa a fito queixándose de terme esquecido do seu aniversario. 150 anos
cumpridos o día 28.
JORNADA PRIMERA.
ESCENA PRIMERA
Un camino. A lo lejos,
el verde y oloroso cementerio de una aldea. Es de noche, y la luna naciente
brilla entre los cipreses. Don Juan Manuel Montenegro, que vuelve borracho de
la feria, cruza por el camino, jinete en un potro que se muestra inquieto y no
acostumbrado a la silla. El hidalgo, que se tambalea de borrén a borrén, le gobierna
sin cordura, y tan pronto le castiga con la espuela como le recoge las riendas.
Cuando el caballo se encabrita, luce una gran destreza y reniega como un condenado.
EL CABALLERO - ¡Maldecido animal!... ¡Tiene todos
los demonios en el cuerpo!... ¡Un rayo me parta y me confunda!
UNA VOZ - ¡No maldigas, pecador!
OTRA VOZ - ¡Tu alma es negra como un tizón del
Infierno, pecador!
OTRA VOZ- ¡Piensa
en la hora de la muerte, pecador!
OTRA VOZ- ¡Siete diablos hierven aceite en una gran caldera
para achicharrar tu cuerpo mortal, pecador!
EL
CABALLERO- ¿Quién me habla? ¿Sois voces del otro mundo? ¿Sois almas en pena, o
sois hijos de puta?
Retiembla un gran trueno
en el aire, y el potro se encabrita, con amenaza de desarzonar al jinete. Entre
los maizales brillan las luces de la Santa Compaña. El Caballero siente
erizarse los cabellos en su frente y disipados los vapores del mosto. Se oyen
gemidos de agonía y herrumbroso son de cadenas que arrastran en la noche oscura,
las ánimas en pena que vienen al mundo para cumplir penitencia. La blanca procesión
pasa como una niebla sobre los maizales.
UNA
VOZ - ¡Sigue con nosotros, pecador!
OTRA
VOZ- ¡Toma un cirio encendido, pecador!
OTRA
VOZ- ¡Alumbra el camino del camposanto,
pecador!
El Caballero siente el
escalofrío de la muerte, viendo en su mano oscilar la llama de un cirio. La
procesión de las ánimas le rodea, y un aire frío, aliento de sepultura, le arrastra
en el giro de los blancos fantasmas que marchan al son de cadenas, salmodian en
latín.